Hell In A Cell 2018 ofrecía un cartel muy decente, rivalidades bien trabajadas hacían de sus combates algo que generaba expectativa; pero una vez más la mano McMahon hace de las suyas.

¿Qué se puede rescatar de un evento que no hizo sino burlarse en la cara de todos los fanáticos? Si le rascamos bien nos vamos a sorprender. Veamos.

Hell In A Cell terminó en una burla

Antes de pasar a lo rescatable de este pago por evento, conviene subrayar la enorme mofa que significó el combate estelar. ¿Es así como WWE pretende inflar el reinado de Roman Reigns?

Dos pifias muy claras: primero, como la pelea dentro de la Celda Infernal estaba para el bostezo, aventaron a cuatro peleadores para que se treparan a la jaula y se dieran un rato.

Transcurrido el acto, no podían irse sin antes seguir el manual: aventarse desde la jaula hacia las mesas de transmisión nada más porque sí, y así ocurrió.

Segunda pifia: la lucha sigue apagada dentro de la jaula; entonces llega Brock Lesnar para golpear a los contendientes y declarar la lucha sin resultado. ¿Tanto para nada; para eso Braun Strowman ganó el Dinero en el Banco?

Sólo se puede entender algo así en el contexto de una burla. Es difícil imaginar a alguien escribiendo una historia así y sentirse satisfecho con el resultado.

¿Jeff Hardy se emoniocó de más?

Una de las luchas más esperadas por este redactor fue el combate entre Jeff Hardy y Randy Orton pues ambos son gladiadores consagrados y su estilo sugería una batalla espectacular.

Afortunadamente fue así. La intensidad de la batalla estuvo por encima del promedio; el cuerpo de Randy terminó muy lastimado, sobre todo por los cinturonazos que Hardy le propinó con estoperoles.

El final pudo estar mejor coordinado. Jeff Hardy intentó darlo todo, pero en su afán por ser más espectacular se dejó caer casi segundo y medio después de que Orton ya se había quitado de la mesa.

Esta batalla es de lo más rescatable porque rompió la barrera del “keyfabe”, la línea entre lo real y lo ficticio, pues la reacción del réferi después de la caída de Hardy hizo temer lo peor, llegando incluso a dudar de hacer el conteo de tres.

Finalmente Becky Lynch es campeona

En la semana trascendió una conversación en Twitter donde Brian G. James, productor de SmackDown, dialogaba con un fanático quien decía que si Becky Lynch fuera campeona sería más ovacionada que Charlotte Flair.

“¿Acaso el sentido de la lucha libre no es conseguir una reacción de la gente?”, cuestionó el fanático, a lo que el Road Dogg respondió con algo muy interesante: “es bueno ser ovacionado, pero las ovaciones no pagan las cuentas”.

Esta respuesta es muy ilustrativa de cómo funciona el mundo de la lucha libre, sobre todo en WWE, donde un luchador con talento y apoyo del público no tiene garantías de trascender en sus encordados.

Pero lo ocurrido en Hell In A Cell fue la excepción y por eso es rescatable. Después de una lucha medianamente fluida, Charlotte Flair intentó una lanza que la irlandesa aprovechó a su favor para proclamarse como la nueva campeona femenil de SmackDown.

Lo curioso es que las ovaciones por su victoria no fueron ni la mitad de estridentes que los abucheos de su derrota generados en SummerSlam. Un detalle muy rescatable de Hell In A Cell.

AJ Styles empieza a tambalear como campeón

Gran historia la que se ha desarrollado entre Samoa Joe y El Fenomenal, pues han conseguido que el retador sea más que el campeón.

Esta batalla fue mucho mejor que la primera sostenida entre ambos en SummerSlam, con una mayor intensidad y mejor fluidez.

El final deja muy mal parado a AJ Styles pues consigue fracturar esa imagen de ídolo que a pulso se ha ganado en SmackDown. Samoa Joe es el campeón legítimo de la marca azul.

Una tercera batalla ya fue anunciada, aunque será en Australia. ¿Será aquel evento el marco para un cambio de cetro? Este redactor lo duda, pero la batalla es rescatable porque desarrolla favorablemente la rivalidad entre ambos.

The Shield pierde ganando

Decía Jorge Vergara que se puede perder perdiendo y se puede perder ganando; las formas importan, no es lo mismo ser vencido sin siquiera haber metido las manos que vendiendo cara la derrota.

Este choro rojiblanco viene a cuento porque The Shield simplemente dio la mejor pelea de la noche y todo estaba puesto para que se llevaran la victoria.

El desenlace recordó aquellos tiempos en donde WWE tenía prohibido que John Cena perdiera su campeonato pero al mismo tiempo no se podían permitir que siguiera ganando.

¿Solución? Que el luchador caiga noqueado sobre su rival y gane por conteo. Ocurrió en Backlash 2007 y ahora lo volvemos a ver en Hell In A Cell con la enorme diferencia de que The Shield dio una batalla más que rescatable.

A pesar del chiste que terminó siendo la batalla estelar, Hell In A Cell brindó momentos muy rescatables que permiten desarrollar historias muy interesantes a futuro.