2013.- A sus 19 añitos, Jameis Winston, Quarterback de Florida State, se hace acreedor al Trofeo Heisman con cualquier cantidad de elogios y récords en apenas su segundo año como colegial.
2014.- Marcus Mariota comanda la impresionante ofensiva de Oregon State y, destrozando la Conferencia del Pac-12, hace lo propio ganando con autoridad el Heisman de ese año.
2015.- La clase 2015 del Draft NFL se enfoca en las figuras de Winston y Mariota. Dos productos probados, maduros y con pedigrí de campeones llamados a engrosar las filas de Tampa Bay Buccaneers y Tennessee Titans, quienes tienen la primera y segunda selección global, respectivamente. Y así sucede: Winston a Tampa, Mariota a Tennessee.
Conforme al pronóstico, no decepcionaron. Tienen un primer año notable y se vislumbran como futuras estrellas de la liga, sin embargo… algo sucedió.
¿Por qué bajaron nivel? ¿Por qué hay serias dudas respecto a su futuro? ¿Acaso cayeron en malos equipos o nunca fueron en realidad tan buenos? Y la pregunta del título, ¿Cuál de los dos ha sido la mayor decepción? Vamos.

JAMEIS WINSTON.

4042 yardas, 22 touchdowns, varios récords de franquicia, All Rookie Team y un llamado al Pro Bowl 2016 es mucho más de lo que se hubiera esperado de Winston en su año de novato. Para un comienzo en el cual su primer intento de pase como profesional fue un pick six, lo del egresado de Florida ese año fue demostración de carácter y talento nato. De hecho, ese primer juego de temporada regular tuvo la característica de ser nada menos que contra los Titans de Mariota y lo perdería 42-14. Vaya tela.
El segundo año no desentonó: nuevamente rebasando las 4000 yardas (primer QB en la historia en hacerlo en sus dos primeras temporadas) y pase a playoffs, donde serían eliminados a manos de Detroit Lions.
Ese año, sin embargo, Winston fue bastante golpeado porque las defensivas ya lo conocían sumado a que aún le costaba ser un QB de bolsillo. Por otro lado, tuvo un bache de tres derrotas consecutivas que sembró algunas dudas. Y lo principal: las entregas de balón.
Ya desde su época colegial Winston se había caracterizado por ser una máquina de entregas. Su estilo de juego siempre ha sido matar o morir. Y sí, fueron más las recompensas, pero en la NFL las entregas sí se pagan caro y ello ha disminuido su valor porque es algo que no ha podido revertir.
La cuestión principal con Winston es que se le tuvo paciencia, se invirtió en él y se le construyó un gran equipo alrededor, finalmente es buen QB y no estamos diciendo lo contrario, pero éste, en vez de responder afinando su estilo y siendo un estudioso del juego, parece haber tocado un techo de maduración (deportiva y mental) que culminó en Florida State.
¿Casi tantas intercepciones como anotaciones? Da igual ¿Muchas lesiones? Sí, y lo han minado, pero tampoco han sido definitivas. ¿Problemático? También, y ahí la cosa cambia. La organización de Buccaneers sabía de sus acusaciones y polémicas colegiales (no vale la pena mencionarlas) pero aún así creyeron en él. Winston les probó que estaban equivocados peleándose en las diagonales, discutiendo con compañeros de equipo, teniendo malas actitudes frente a las cámaras, siendo indisciplinado y, la más grave, acusado de abuso por una conductora de uber, lo cual desembocó en una investigación y posterior suspensión de tres juegos esta temporada que casi le ha costado la titularidad.
Su situación actual es crítica. Cerca del último año de su contrato y con un Ryan Fitzpatrick que ha demostrado argumentos, su continuidad con el equipo está seriamente en duda.
Muchos creen que merece otra oportunidad pues empezar de cero en la posición sería un retroceso, sin embargo, ello se traduciría en pagarle 20.9 millones y no es cualquier cosa considerando su poco aporte éste año.
Sea cual sea el desenlace, Winston ha sido una gran decepción.

MARCUS MARIOTA.

Volvamos a ese primer duelo como profesional contra los Buccaneers de Winston. Más allá de llevarse la victoria con un marcador abultado, lo que llamó poderosamente la atención fue el temple de Mariota, quien de novato parecía no tener nada. Ese día culminó la estadística con un rating perfecto de 158.3, algo que ningún QB había logrado en su primera salida como profesional.
El tono de toda esa primera temporada fue igual a pesar que se llevó 13 feas derrotas: muchos pases de anotación, liderazgo, saberse reponer a los errores (y tuvo varios) y hasta un ciclo de tres TD, (aire, tierra y recibiendo un pase) algo que nadie había logrado desde el mítico Walter Payton en 1983. Lamentablemente su temporada terminó en la semana 15 cuando sufrió una lesión de ligamentos ante Patriots. Y pareciera que algo de él se quedó ahí.
Su segundo año tampoco fue del todo bueno, pues nuevamente acabó de forma prematura al fracturarse la fíbula en la semana 16.
¿2017? Mismo caso: mucho correr, anotaciones y todo, pero ahora fue una lesión de muslo en la semana 4 la que lo que marginaría un juego, aunque en el papel, pareció afectarle el resto del año. Con todo y ello, calificaron a postemporada, donde Mariota dio el probablemente juego de su vida –auto pase de anotación incluido– al reponerse a un déficit de 18 puntos y llevarse la victoria contra Kansas City Chiefs.
Hay dos patrones claros en su carrera: Ímpetu y fragilidad. Si bien tampoco estamos hablando de un Sam Bradford, las lesiones sí que han detenido un poco su desarrollo, pues al ser un QB corredor, ha debido transformar su estilo para protegerse más, lo que nos lleva al segundo punto.
Cambio de entrenadores. De sus 4 años como profesional, Mariota ha tenido tres diferentes Head Coaches. Ello se traduce en ajustarse, en menos de un año, a tres filosofías completamente diferentes y dudas respecto a si mismo. ¿qué estilo le favorece más? ¿qué tipo de QB está destinado a ser? Cuestiones que, seguramente, le han sido respondidas de forma diferente y que dentro del emparrillado podemos ver en forma de un QB dubitativo.
Los culpables de detener su desarrollo son por supuesto la Gerencia. Sin embargo, Mariota tiene su cuota al no ajustar rápidamente, lo cual es esencial en esta liga. ¿Miedo de lesionarse más? Es un hecho, pero también es cierto que ha sido algo deficiente al leer defensivas y mover la ofensiva por aire de forma más consistente que por tierra. Para un mariscal titular de cuarto año eso es casi inaceptable.
Esta temporada 2018 y particularmente las últimas tres semanas, ya se ha visto cien por ciento cómodo en la ofensiva de Matt LaFleur. Sólo queda la duda de si ahora sí mantendrá el nivel.

VEREDICTO GURÚ.

Jameis Winston. No hay que buscarle tanto. Si bien ha habido semanas donde Winston ofreció actuaciones de QB elite, haciendo un balance general de toda su carrera como profesional, queda a deber en comparación con lo realizado por Mariota. Particularmente por lo que cobra. Y aunque no me atrevería a decir que alguno de los dos sea el futuro de su respectivo equipo, lo de Winston comienza a tomar forma de Bust y por ende es quién más ha decepcionado.