WWE realizó: Super Show-Down, en Melbourne, Australia, desesperado por encontrar nuevos mercados donde la gente se venda más fácil y le llene estadios con menos esfuerzo.

Incapaces de tener una estrella de gran envergadura actualmente, tuvieron que ir al cementerio de ídolos añejos para desenterrar a Undertaker e inventarle una rivalidad contra el futuro dueño de WWE: Triple H.

Sólo un imberbe sería capaz de creer la patraña de que esa pudo ser la última pelea entre ambos, pues es perfectamente sabido que si un jeque árabe suelta el dinero suficiente, el canino volverá a danzar sin problema.

Esto comprueba que en 10 años WWE no ha sido capaz de crear un ídolo; no hay un Undertaker, no hay un Triple H; sólo hay un infladísimo Roman Reigns que de a poco está entrando con calzador en las legiones de consumidores de la gran W.

No ha existido otro Undertaker

Aquí no hablamos del luchador, que técnicamente no es el más docto, sino de un personaje histórico pues comenzó a borrar la dicotomía entre rudos y técnicos. ¿Qué era Undertaker; a qué bando pertenecía?

Eso quedó en segundo plano. Se volvió ídolo sin necesidad de ser un personaje que encarnara trasnochados ideales gringos (como Hulk Hogan) ni tampoco se alimentó del odio de la afición como tantos rudos. Bien lo llaman la máxima creación de Vince McMahon.

Pero ahora hizo gala de su mote del “hombre muerto” pues a los diez minutos ya estaba jadeando de cansancio, haciendo que Triple H tuviera que bajar sus revoluciones. La pelea se estancó sobremanera.

La lucha no fue épica, Undertaker ya no da nada arriba del ring; vende más la espectacularidad de su entrada y el valor de marca de su personaje.

¿Quién esperaba que ambos se enfrentaran? ¡Nadie! ¿Y cuál fue el recurso para hacer emocionante algo que nadie esperaba? Pues poniéndole el apellido de: “last time ever”, epíteto que siempre apestará a posible mentira.

Pero más allá del evento estelar, el cartel ofreció luchas interesantes. Les hablaré de algunos puntos destacados con los que nos podemos quedar.

The Shield en su mejor momento

The Shield (Roman Reigns, Seth Rollins y Dean Ambrose) se enfrentó a una tercia que confirma a Braun Strowman como rudo, tirando a la basura el gran personaje que fue en la primera mitad de 2018.

La batalla tuvo sus bemoles, pero fue su gran final increíblemente bien coordinado lo que pone a esta contienda como uno de los eventos más destacados de la noche.

Aquí vale mucho la pena señalar que WWE es de las pocas compañías (o quizá la única, porque no he visto otra) que utiliza con sobrada maestría sus cámaras, perfectamente consciente que más del 90 por ciento de su público consume su producto audiovisualmente.

La lanza de Reigns hacia Strowman abajo del ring y el DDT de Dean Ambrose no habrían tenido el mismo impacto si las cámaras no se hubieran coordinado como lo hicieron. Ésta fue una batalla muy ilustrativa en ese sentido.

El público simplemente está con Becky Lynch

Los escritores siguen intentando poner a Becky Lynch en contra del público, pero ni con una descalificación lograron silenciar el apoyo mayoritario hacia la pelirroja.

Desde el inicio de la batalla los abucheos fueron directos para Charlotte Flair, muy a pesar de que ofreció una buena actuación sin marrullerías.

Qué pena que lo que pudo ser un gran encuentro de gladiadoras terminó siendo un vulgar recurso de los escritores para seguir tratando que la gente odie a Lynch.

La forma en la que la pelirroja utilizó el cinturón para zafarse de la Figura 8 no le hace justicia a sus habilidades.

AJ Styles es la mejor carta de toda WWE hoy en día

AJ Styles dio una de las mejores batallas de todo su reinado y la mejor en la serie contra Samoa Joe. Es una pena que la Máquina de Rendición Samoana no haya podido quitarle el cetro, pues si alguien podía hacerlo era él.

Lo único malo fue el final: no estuvo a la altura de todo el combate. Fue como tener un enorme bufete y al final comer nada más un taco de sal.

El desenlace dejó muy mal parado a Samoa Joe, quien se precia de ser la máquina de rendición samoana y terminó rindiéndose en una lucha donde las posibilidades eran mucho mayores al ser un duelo sin descalificación.

Habrá que ver si la historia continúa, pues claramente las plumas ya se encaminan hacia otra rivalidad.

El mejor encuentro de la noche la dieron los crucero

A pesar de ser una pelea donde el resultado estaba más que cantado, Cedric Alexander y Buddy Murphy brindaron los mejores momentos arriba del ring.

Buddy iba a su tierra, con su gente, y era de esperar que ganara (aunque hay muchos casos donde los luchadores han perdido en su tierra natal, como Edge en Unforgiven 2006 y el proverbial Robo de Montreal).

A pesar del contexto, la lucha tuvo un ritmo muy por encima del resto del cartel y ofreció movimientos que no se volvieron a apreciar en toda la noche como el driver de Alexander desde lo alto del esquinero. Qué lástima que tengan la división crucero tan desperdiciada.

Bryan Danielson desconcierta a muchos

La batalla de Danielson contra The Miz fue muy desconcertante por lo poco que duró. La gente ni siquiera supo lo que pasó y ni festejó el triunfo, se quedó en silencio viendo cómo la música de Danielson sonaba.

Lo interesante es que ahora Bryan es el retador al título contra AJ Styles, otro duelo de ensueño que permite echar la imaginación al aire y esperar lo mejor.

¿Cómo se desarrollará esta historia sin rudos; quién adoptará el papel de malo; sacarán de la medianía al otrora Dragón Americano y le darán oportunidades estelares? Este resultado ha lanzado interesantes preguntas al aire.